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sábado, 26 de marzo de 2016

SOBRE LOS TRANSGENICOS DEL CRIMINAL MONSANTO (II PARTE)

MONTSANTO (VI)- VIAJE AL CINTURON DEL SUICIDIO DEL ESTADO DE MAHARASTRA -Shankara Mandaukar - 125.000 campesinos suicidados por el fracaso de las semillas genéticamente modificadas.-

Escrito por: casajuntoalrio el 04 Dic 2008 - URL Permanente

Shankara, campesino respetado, marido y padre cariñoso, había puesto fin a su propia vida. Menos de veinticuatro horas antes se había bebido una taza de insecticida químico al tener que enfrentarse a la pérdida de sus tierras a causa de las deudas. Se desesperó al no poder devolver una deuda equivalente a las ganancias de dos años. No pudo encontrar solución.
Aún había huellas en la tierra por donde se había retorcido en su agonía. Otros campesinos le miraron –sabían por experiencia que no tenía sentido intervenir- cuando se dobló sobre la tierra, gritando de dolor y vomitando.
Gimiendo, se arrastró hasta un banco situado en el exterior de su sencillo hogar, situado a unas 100 millas de Napgur en la India Central. Una hora después, ya no se oía ruido alguno. Había dejado de respirar. A las cinco de la tarde de un domingo, la vida de Shankara Mandaukar se apagó.
Cuando los vecinos se reunieron para rezar alrededor de la casa familiar, Nirmala Mandaukar, de 50 años, les contó cómo volvió a todo correr de los campos para encontrar muerto a su marido. “Era un hombre afable y cariñoso”, dijo llorando suavemente. “Pero ya no podía más. La angustia mental era demasiado grande. Lo hemos perdido todo”.
La cosecha de Shankara fracasó durante dos años seguidos. Desde luego, el hambre y la pestilencia forman parte de la antigua historia de la India.
Pero la culpa de la muerte de este respetado campesino la tiene algo más moderno y siniestro: los cultivos genéticamente modificados (OGM) ó Transgénicos.
A Shankara, como a millones de campesinos indios, le habían prometido anteriormente insólitas cosechas e ingresos si dejaba de cultivar con las semillas tradicionales y en su lugar plantaba semillas OGM. Pero las cosechas fueron un fracaso, y no le quedaron más que fuertes deudas y ningún ingreso.
Por eso Shankara se convirtió en uno de los 125.000 campesinos que se estima se han quitado la vida como consecuencia de la despiadada campaña que ha convertido a la India en un campo de pruebas de los cultivos genéticamente modificados.
La crisis, denominada por los activistas el “Genocidio del GM”, se puso recientemente de relieve cuando el Príncipe Carlos afirmó que la cuestión del GM se había convertido en una “cuestión moral global” y que ya era hora de poner fin a su imparable marcha.
Hablando a través de vídeo-conferencia en la capital india, Delhi, enfureció a los dirigentes de las compañías dedicadas a las biotecnologías y a algunos políticos al condenar “la tasa verdaderamente atroz y trágica de suicidios de pequeños campesinos en la India, producto… del fracaso de muchas de las variedades de cultivos GM”.
Poderosos grupos de presión GM y prominentes políticos se han alineado contra el Príncipe, afirmando que las cosechas genéticamente modificadas han transformado la agricultura de la India, proporcionando mayores cosechas que nunca.
El resto del mundo, insisten, abrazará ese “futuro” imitándoles.
Entonces, ¿quién dice la verdad? Para averiguarlo, viajé al “cinturón del suicidio” en el estado de Maharashtra.
Lo que me encontré fue tremendamente inquietante, con graves implicaciones para los países, incluido el Reino Unido, que hacen preciso debatir si al permitirse la plantación de semillas manipuladas por los científicos no se están violentando las leyes de la naturaleza.
Las cifras oficiales del Ministerio indio de Agricultura confirman efectivamente que, conformando una crisis humanitaria inmensa, más de 1.000 campesinos se quitan aquí la vida cada mes.
Gente sencilla, rural, que se está quitando la vida agonizando lentamente. La mayoría ingieren un insecticida, una cara sustancia que les prometieron no necesitarían cuando les coaccionaron para plantar los caros cultivos GM. Al parecer, muchos están masivamente endeudados con los prestamistas locales, habiéndose endeudado hasta las cejas para poder comprar esas semillas GM.
Los expertos que están a favor de los OGM afirman que es la pobreza rural, el alcoholismo, las sequías y las “preocupaciones agrícolas” las razones de esa horrorosa cantidad de víctimas.
Pero como descubrí durante un viaje de cuatro días a través del epicentro del desastre, esa no es toda la historia.
En un pueblecito que visité, 18 campesinos se habían suicidado después de que se los tragaran las deudas de los OGM. En algunos casos, las mujeres se habían hecho cargo de las granjas de sus maridos muertos, sólo para acabar matándose ellas también.
Latta Armes, de 38 años, bebió insecticida cuando sus cosechas fracasaron, dos años después de que su marido desapareciera cuando las deudas GM le desbordaron.
Dejó a un hijo de diez años, Rashan, al cuidado de familiares. “Llora cuando piensa en su madre”, dijo la tía de la fallecida, completamente desmoralizada, sentada a la sombra cerca de los campos.
Pueblo tras pueblo, las familias cuentan cómo han ido endeudándose después de que les convencieran de comprar semillas GM en vez de las tradicionales semillas del algodón.
La diferencia de precio es escandalosa: 10 libras [*] por 100 gramos de semillas GM, comparado con lo que cuestan las semillas tradicionales: menos de 10 libras por mil veces la cantidad anterior.
Pero los vendedores de los OGM y los funcionarios del gobierno habían prometido a los campesinos que esas eran unas “semillas mágicas”, que producían mejores cosechas libres de parásitos e insectos.
En efecto, en aras a promocionar el consumo de semillas OGM, en muchos bancos de semillas del gobierno se prohibió la venta de las variedades tradicionales.
El gobierno indio, desesperado por escapar a la devastadora pobreza de los años posteriores a la independencia, estuvo de acuerdo en permitir que los gigantes de las nuevas biotecnologías, como el líder del mercado estadounidense Monsanto, vendieran sus nuevas creaciones en semillas.
A cambio de permitir que las compañías occidentales accedieran al segundo país más poblado del mundo, con más de 1.000 millones de personas, el Fondo Monetario Internacional concedió préstamos a la India en las décadas de los ochenta y los noventa, ayudando así a lanzar una revolución económica.
Pero mientras ciudades como Mumbai y Delhi han avanzado mucho, las vidas de los campesinos han retrocedido hasta la Edad Media.
Aunque las zonas de la India en las que se han plantado semillas GM se han duplicado en dos años –hasta alcanzar los 17 millones de acres [**]-, muchos granjeros han pagado un precio terrible.
Lejos de ser unas “semillas mágicas”, las variedades de plantas de algodón OGM a prueba de pestes han sido desvastadas por unos gusanos que atacan los capullos y que son un parásito voraz.
Tampoco les dijeron a los campesinos que esas semillas requerirían el doble de riego. Y esto ha acabado siendo una cuestión de vida o muerte.
A causa de la sequía sufrida durante los últimos dos años, muchos cultivos OGM se atrofiaron y murieron, dejando a los campesinos con deudas agobiantes y sin medio alguno para poder pagarlas.
Al haber pedido préstamos a los prestamistas tradicionales a intereses abusivos, cientos de miles de pequeños granjeros se han tenido que enfrentar a la pérdida de su tierra al fracasar las caras semillas, mientras que los que aún podían luchar se enfrentaron a una nueva crisis.
En el pasado, cuando las cosechas fracasaban, los campesinos podían aún salvar las semillas y volverlas a plantar al año siguiente. Pero con las semillas GM no se puede hacer eso. Y se debe a que las semillas OGM contienen la denominada “tecnología de exterminio”, lo que significa que han sido genéticamente modificadas para que las cosechas resultantes no produzcan semillas aprovechables.
Como consecuencia, los campesinos tienen que comprar nuevas semillas cada año a los mismos prohibitivos precios. Para muchos, eso significa la diferencia entre la vida y la muerte.
Tomemos el caso de Suresh Bhalasa, otro campesino que fue incinerado esta semana, dejando viuda y dos niños. Al caer la noche, una vez terminada la ceremonia y mientras los vecinos salían fuera de sus casas a la par que las vacas sagradas regresaban de los campos, su familia no dudaba de que sus problemas se originaron en el momento en que se les animó a comprar Algodón BT, una planta genéticamente modificada creado por Monsanto.
“Ahora estamos arruinados”, dijo la viuda del muerto, de 38 años. “Compramos 100 gramos de semillas de Algodón BT. Nuestra cosecha fracasó dos veces. Mi marido se deprimió mucho. Se fue al campo, se tumbó entre el algodón y tragó insecticida”.
Los habitantes del pueblo le colocaron en un rickshaw y le llevaron al hospital por caminos de cabras. “Gritaba que había tomado el insecticida y que lo sentía mucho”, dijo, mientras su familia y vecinos acudían a su hogar a expresarle su solidaridad. “Cuando llegaron al hospital ya estaba muerto”.
Al preguntarles si el muerto era un “borracho” o sufría otros “problemas sociales”, como alegan los funcionarios partidarios de los OGM, el tranquilo y digno grupo de campesinos estalló colérico: “¡No! ¡No!”, exclamó uno de los hermanos del muerto. “Suresh era un buen hombre. Enviaba a sus niños al colegio y pagaba sus impuestos”.
“Se vio asfixiado por esas semillas mágicas. Nos venden las semillas diciendo que no necesitarán pesticidas caros pero sí los necesitan. Tenemos que comprar las mismas semillas a la misma compañía cada año. Nos están matando. Por favor, cuéntele al mundo lo que está pasando aquí”.
Monsanto ha admitido que la deuda desorbitada había sido un “factor en la tragedia”. Pero, al señalar que la producción se había duplicado en los últimos siete años, un portavoz añadió que había otras razones para la reciente crisis, tales como las “lluvias intempestivas” o la sequía, añadiendo que los suicidas siempre habían formado parte de la vida rural india.
Los funcionarios declaran también que las encuestas dicen que la mayoría de los campesinos indios quieren semillas GM, sin duda animados por las agresivas campañas de marketing.
Durante el curso de mis averiguaciones en Maharastra, me encontré con tres investigadores “independientes” rastreando los pueblos para informarse sobre los suicidios. Insistieron en que las semillas GM eran sólo un 50% más caras, para terminar admitiendo que la diferencia era de 1.000%.
(Un portavoz de Monsanto insistió después en que sus semillas “sólo cuestan el doble” del precio de las semillas “oficiales” que no son OGM, pero admitió que la diferencia podía ser inmensa si las tradicionales y más baratas semillas eran vendidas por comerciantes “sin escrúpulos”, que a menudo también venden “falsas” semillas GM, propensas a las plagas).
Ante los rumores de inminentes indemnizaciones del gobierno para detener la oleada de muertes, muchos campesinos dijeron que estaban desesperados por conseguir cualquier ayuda. “Queremos superar nuestros problemas”, dijo uno. “Sólo queremos que nos ayuden para que se acabe esta cadena de muertes”.
El Príncipe Charles está tan consternado por la grave situación de los suicidios de los campesinos que está montando una entidad de beneficencia, la Fundación Bhumi Vardaan, para ayudar a los afectados y promover los cultivos orgánicos indios en lugar de los GM.
Los campesinos de la India están también empezando a contraatacar. Además de tomar como rehenes a los distribuidores de semillas GM y de organizar protestas masivas, el gobierno de uno de los estados está emprendiendo acciones legales contra Monsanto por los costes desorbitados de las semillas GM.
Todo eso llega tarde ya para Shankara Mandaukar, quien tenía unas 80.000 rupias (alrededor de 1.000 libras) de deudas cuando se quitó la vida. “Le dije que podríamos sobrevivir”, dijo su viuda, con sus niños junto a ella mientras la oscuridad lo invadía todo. “Le dije que podríamos encontrar una salida. Me contestó que prefería morir”.
Pero la deuda no murió con la muerte de su marido: a menos que pueda encontrar una forma para devolverla, no podrá permitirse llevar a sus niños a la escuela. Perderán sus tierras, teniendo que unirse a las hordas que mendigan por miles a los lados de la carretera por todo este inmenso y caótico país.
Precisamente lo más cruel de todo es que son los jóvenes los que más sufren por el “Genocidio OGM”, la misma generación que se suponía iba a salir de una vida de dureza y miseria gracias a esas “semillas mágicas”.
Aquí, en el cinturón suicida de la India, el coste del futuro genéticamente modificado es homicidamente alto.
N. de la T.:
[*] Alrededor de 15 euros.
[**] 1 acre = 4.048,8 metros cuadrados.
Enlace con texto original:
http://www.globalresearch.ca/index.php?context

Evidencias de los peligros del maíz transgénico sembrado en España

13 de abril, Transgénicos |Todas las versiones de este artículo: [Català] [Castellano]
Buenas razones para retirar las variedades de maíz MON810 cultivadas en España
En el marco de la III Semana Estatal de Lucha Contra los Transgénicos, Ecologistas en Acción coedita, junto a Plataforma Rural, un informe actualizado llamado Buenas Razones para Retirar las Variedades de Maíz MON810 Cultivadas en España, que compila las evidencias científicas de los peligros para el medio ambiente, para la economía agraria y para la salud de las personas que representa el maíz transgénico MON810, variedad con la que actualmente se cultivan, según datos del MARM, casi 70.000 ha en el Estado español.
Ignorando el rechazo ciudadano y las evidencias científicas que alertan de sus peligros, el Gobierno español pretende que España siga siendo pionera en la UE en el cultivo de transgénicos. El maíz transgénico MON810 se siembran de forma comercial dentro de nuestras fronteras, a pesar de que el cultivo de esta variedad transgénica ya ha sido prohibido en 9 países europeos (Alemania, Austria, Bulgaria, Francia, Grecia, Hungría, Luxemburgo, Rumania y Polonia).
El maíz MON 810 es una variedad de maíz transgénico al que se le ha introducido el gen de una bacteria (Bacillus Thurigiensis) que produce una toxina de tipo insecticida de manera que es el propio maíz transgénico el que produce esa toxina-insecticida durante todo su ciclo vital.
A pesar de que son escasos los estudios independientes sobre los efectos a largo plazo del cultivo y el consumo de este maíz transgénico, cada vez son más las evidencias científicas que muestran los daños para la salud de las personas que representan estos cultivos. Uno de estos estudios, patrocinado por el Ministerio de Medio Ambiente y Salud de Austria, evidencia problemas significativos de descenso de la fertilidad en ratones alimentados con maíz NK603 x MON 810 [1]. En otro ensayo de laboratorio, se ponen de manifiesto trastornos del sistema inmunológico en grupos vulnerables (ratones muy jóvenes o de edad avanzada) cuya dieta contenía MON 810  [2]. En otra investigación, en la que por primera vez se realizó un análisis comparativo de los resultados de ensayos de alimentación de ratones con 3 maíces transgénicos (NK 603, MON 810 y MON 863) reveló nuevos efectos “colaterales” asociados al consumo de maíz transgénico, concluyendo que existen indicios de toxicidad en hígado y riñones y que no pueden descartarse repercusiones metabólicas directas o indirectas imprevistas ocasionadas por la modificación genética  [3].
A pesar de estas evidencias, España sigue adelante con su cultivo y lo hace sin un registro público de las parcelas del maíz transgénico lo que imposibilita un seguimiento riguroso de estos cultivos y vulnera el derecho a la información de los agricultores que no siembran transgénicos, cuyos campos con frecuencia están siendo contaminados. En el Estado español ya se han denunciado numerosos casos de contaminación de campos de maíz de cultivo ecológico por maíz transgénico, obligando a los productores ecológicos a perder su certificación. Como consecuencia ya se ha perdido la producción nacional de maíz ecológico con la consiguiente subida en el precio de los piensos ecológicos.
Desde hace ya 14 años, desde diversas organizaciones ecologistas y ciudadanas, varios sindicatos agrarios, plataformas y grupos de afinidad que han surgido por todo el Estado español, unimos nuestras voces para denunciar la vulneración del Principio básico de Precaución y del Artículo 8 del Convenio Europeo de los Derechos Humanos que protege el medio ambiente y dispone que “cada ciudadano tiene derecho a un medio ambiente sano”. A pesar de la fuerte oposición frente a los transgénicos nos encontramos en una situación crítica: un marco legal hecho a la medida de las multinacionales, un Gobierno absolutamente defensor de los transgénicos, organismos de control científico dominados por la industria y unos medios de comunicación mayoritarios favorables a esta tecnología.



Notas
[1] Velimirov, A., Binter, C. & Zentek, J. (2008). Biological effects of transgenic maize NK603xMON 810 fed in long term reproduction studies in mice. Bundesministerium für Gesundheit Familia und Jugend. Austria. Nov. 2008.
[2] Finamore, A., Roselli, M., Britti, S., Monastra, G., Ambra, R. Turín, A. & Mengheri, E. (2008) Intestinal and Peripheral Immune Response to MON 810 Maize Ingestión in Weaning and Old Mice. Journal of Agricultural and Food Chemistry. 2008. 56 (23), pp. 11553-11539
[3] Vendômois, J., Roullier, F., Cellier, D. & Séralini, G.E. (2009). A comparison of the effects of three GM corn varieties on mammalian health. International Journal of Biological Sciences; 5(7): 706-726


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